La educación en Colombia, ¿una deuda histórica? ó ¿un proceso democrático?

Escrito por: Stephania Zapata
Graficado por: Juan Jacobo Viera

Después de doscientos años de independencia, es poco lógico que en Colombia no exista un sistema nacional de educación, sino simples grupos educativos a los que no pueden acceder todos los niños y niñas en edad escolar. Para unos, los más pobres, una escuela sin las condiciones adecuadas para un estudio óptimo. Y para otros, los que disponen de recursos económicos, planteles educativos y espacio total para su desarrollo personal y profesional; hecho que convierte a la desigualdad educativa, como factor estimulante de la desigualdad social.
En el orden de ideas y posterior a la introducción, intento pasar de lo general a algo más específico. Es importante recordar que la ley pacta con la sociedad y le garantiza diversos derechos fundamentales, entre ellos el derecho a la educación, que como elemento de argumentación en este texto cito lo expresado en la constitución nacional. Artículo 27.- “El Estado garantiza las libertades de enseñanza, aprendizaje, investigación y cátedra”. Artículo 67.- “La educación es un derecho de la persona y un servicio público que tiene función social: con ella se busca el acceso al conocimiento, a la ciencia, a la técnica, y a los demás bienes y valores de la cultura”. Es válido recordar que aunque la ley nos muestra garantía sobre la necesidad de educarnos, la historia nos revela otros resultados, ya que en ella no se reconoce que el grado de universalización de la educación en una sociedad democrática como lo es la nuestra actualmente, se mide por niveles de expansión de su cuerpo escolar, por los años de escolaridad de los niños, niñas y jóvenes, también por el grado de justicia educativa que esa sociedad puede construir , contrarrestando procesos de exclusión , discriminación y desigualdad que se producen no solo afuera si no también dentro de ese sistema educativo. La universalización del acceso a la escuela es una extraordinaria conquista democrática que se debilita cuando se produce en contextos de profunda injusticia social y educativa, donde reinan la desigualdad de oportunidades y condiciones que sufren los menos favorecidos.
Para concluir, es trascendental afirmar que para universalizar la educación no solo es necesario que hayan más niños en las escuelas, sino que también las escuelas sean cada vez mejores e iguales para todos, disminuyendo así la brecha que separa a los que acceden a una educación de calidad de los que tienen como única oportunidad una escolaridad sin recursos, pobre y muchas veces abandonada a su suerte. La universalización de la escuela y la igualdad de oportunidades y condiciones educativas para todos forman parte del mismo proceso y si se quiere lograr una evolución de nuestra sociedad ésta debe cambiar, ya sea por parte de nuestros gobernantes, de nosotros como ciudadanos o de quienes pretenden un futuro equitativo para las futuras generaciones.
La sociedad necesita formar gente que haya interiorizado una relación de humildad con el saber. Se debe fomentar la formación de personas por medio de la educación que sean capaces de preguntar, de desatar lo que llevan en sí de aspiración y de búsqueda. Por ultimo cito este párrafo del filosofo Estanislao Zuleta, pues me parece de suma importancia nuestra actitud frente a las limitaciones que nos ha mostrado la historia, la capacidad crítica que debemos enfrentar nosotros como ciudadanos, frente al sistema de elites que nos adeuda justicia, en cuanto a la educación, y a las perspectivas que nos brinda la democracia como el gobierno de todos.

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