El imperialismo cultural y la identidad nacional latinoamericana

Correctora de estilo: Melisa Paz Gómez.
Ilustración: María Alejandra Agamez.

Concibiendo el imperialismo cultural como un fenómeno catalizador de la sociedad actual, en la que culturas extranjeras como la norteamericana se filtran dentro de la mentalidad latinoamericana para ser difundida e ideada como nuestra propia cultura, además de construir un sistema mundial que deja en el olvido el concepto de ´´soberanía´´ y se construye un sistema mundial que rige el comportamiento de los individuos de la actualidad. Con lo anterior, proponemos plantear que el imperialismo cultural corresponde a la mundialización de la cultura, la cual se encuentra íntimamente ligada a la globalización, cuyo quebrantamiento de fronteras ha penetrado en los países latinoamericanos apartándolos de sus raíces naturales. Para sustentar lo anterior postularemos los siguientes argumentos que nos ayudaran a esclarecer y legitimar lo anterior: La globalización es un fenómeno homogeneizador de las culturas globales, el imperialismo de nuestros tiempos debilita la moral y la capacidad creativa latinoamericana y finalmente inferimos que la publicidad y la producción de entretenimiento son las armas con las que el imperialismo y la globalización logran subvalorar la identidad del pueblo.

Hoy en día podemos observar como la distancia entre el "primer mundo" y el "tercer mundo" se acorta cada vez más, gracias a las circunstancias que propone la globalización, fenómeno que ha dado paso a la mezcla de las culturas mundiales, no solo en materia económica sino también en la unificación del componente social, las ideologías de vida, y la cotidianidad de las personas, logrando así integrarlas, pero excluyendo a los sectores más marginados. Un claro ejemplo lo constituyen los jóvenes de la sociedad mundial quienes muestran características similares, diferenciándolos únicamente su nacionalidad y tal vez la religión que profesen. Actualmente un IPod de última generación, la moda, un nuevo modo de hablar; incluso MTV o VH1, los integra contextualizándolos en el mismo entorno social, lo que se convierte también en una ayuda para el marketing, que consigue agrupar todas aquellas características que los identifican para saciar los deseos y necesidades de consumo de esta comunidad.

El imperialismo que se da en nuestros días, se ha venido perfilando como una gran influencia para captar nuestro intelecto, pues desestimula la capacidad creativa y la moral latinoamericana; cuestión que se ve altamente reflejada en nuestra sumisas producciones cinematográficas, literarias y artísticas, las cuales además de estar influenciadas por la forma en la que los norteamericanos las realizan; solo buscamos agradar las conciencias imperialistas con aquellos contenidos que hemos venido observando los últimos años, olvidando que podemos engendrar elementos de la industria cultural que colectivicen nuestra propia moral y que generen adelantos en la sociedad a la que NOSOTROS pertenecemos. Ponemos pues como ejemplos el narcotráfico y el sicariato como los temas centrales de todas nuestras producciones, las cuales tienen bastante éxito en el exterior, pero que menguan cada día más nuestra imagen, que a simple vista parece ya ni siquiera importarnos, lo cual se halla como índice de nuestra perdida de moral.

La publicidad y la producción de entretenimiento son las armas con las que el imperialismo y la globalización logran subvalorar la identidad del pueblo, promoviendo la cultura europea y aun más la cultura norteamericana como símbolos ejemplares y sinónimos de estilo de vida y de comportamiento con lo cual algunos individuos pertenecientes a países en vía de desarrollo conciben su propia cultura o la de otros como inferior. "Quien podría negar que el peruano es somnoliento, vende greda, está acuclillado, come ají caliente, tiene una cultura milenaria, según los prejuicios dislocados que se proclaman en los mismos afiches publicitarios" (Del buen salvaje al subdesarrollado, 1983. P. 69). El anterior aparte de Dorfman y Mattelart permite articular la idea de que la publicidad y algunas producciones del entretenimiento no incluyen dentro de sus intereses velar por la importancia de la cultura o grupo social que envuelven en sus negocios y que por derecho y respeto deberían proyectar. Luego, vemos como la imagen e información de algunos países, en su mayoría en vía de desarrollo, se ve deteriorada, problemática que es muy difícil de solucionar para estos países dada la supremacía de difusión de los medios de comunicación que poseen los países detractores de su imagen. Diríamos entonces que lo único que estimula su moral es impulsar la tradición y el populismo de su historia, elemento que bien direccionado se convierte en promotor de desarrollo y transformación para la sociedad.
Así, podemos concluir que la integración cultural que sufrimos actualmente, si bien nos incluye en un sistema mundial en el que ya no es necesario viajar para conocer otros países y su respectiva cultura, nos sumerge de cierta manera en sus conflictos, pues la homogenización y el rompimiento de las fronteras que antes nos distanciaban, ahora permiten vivenciar una realidad mundializada en la que los problemas de los otros también nos tocan. Para no irnos tan lejos solo debemos recurrir al caso del calentamiento global, producto de ´´los avances del hombre´´ problemática que incluye a la comunidad mundial y que no distingue lenguas. No obstante también es necesario aseverar que la globalización nos ha permitido visualizar una perspectiva del horizonte mucho más amplia, concediéndonos la oportunidad de compartir información y llevar a cabo procesos con mucha más facilidad y eficiencia.

Por otro lado cabe anotar que no debería ser preciso afirmar la existencia del primer y tercer mundo, pues está claro que acogemos un fenómeno de mundialización y homogenización de la cultura, que rompen con todas la barreras puestas entre los seres humanos. Esto hace que ciudades como Bogotá, por ejemplo, no sean tan diferentes en cuanto estilo de vida de metrópolis tales como New York o Tokio.

Por último, no cabe la menor duda de que la globalización es en sí producto del surgimiento de las comunidades de consumo, cuya fuerza se concentra en los jóvenes y adolescentes quienes actualmente son los principales ´´target´´ del marketing, motor que con sus estrategias y artimañas impulsa la coalición de las lozanas conciencias. Incuestionablemente, y pese a sus atributos el imperialismo cultural y los fenómenos que trae consigo nos despojan de las características que nos hacen únicos y que nos permiten construir nuestros propios ideales y el panorama al cual en realidad queremos pertenecer, renunciando al concepto de patria o nación y situando como principal foco de preocupación el planeta.

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